¡¡¡¡¡Vuelvooooo!!!!!
Sé que lo primero es disculparme con mis pocos pero ansiosos
y fieles lectores que me hacen llegar sus ganas de seguir… o más bien de
empezar a leer el blog de una vez por todas. Así que empiezo de nuevo
dedicándoselo a ellos.
Para mí, y ahora que estamos en un mundo tan conectado,
redes sociales, whatsapp… no existe mayor red social que la que produce la
gastronomía, la que produce el buen comer. Y es que ese “buen comer” adquiere
el adjetivo de “buen” cuando lo hacemos con amigos o familia. Tengo la suerte
de disfrutar por tanto, del buen comer.
Y es que en los últimos meses tanto con mis amigos como con
mi familia hemos organizado encuentros gastronómicos de calidad, tanto por lo
que se comía como por las personas. Así que este post va a ser el primero de la
serie Amigos, ya que hay material atrasado que contar.
Habrá quién piense que antes de esto hay otros
acontecimientos pero es que desde que nos comimos aquel cocido a la paja no soy
capaz de pensar en otra entrada para reanudar el blog.
A mediados de diciembre, justo antes de las fiestas de
Navidad, mi amigo José Carlos planteó hacer un cocido en su chalet de Bargas, un "cocido a la lumbre" a
tal invitación yo no pude sino contestar un sí mientras la primera fase de la
futura digestión ya hacía efecto: salivar cual náufrago perdido en una isla que
no ha visto comida en meses.
Después de una semana organizando, comprando, aumentaban los
kilos de garbanzos en proporción a la
lista de asistentes a tal magno evento. Y llegó el día.
Entre aplausos por cada plato que iba saliendo fuimos
comiendo y disfrutando del cocido a la lumbre y de los complementos. Todo
estaba en su punto, la sopa increíble, los garbanzos ni duros ni blandos, la
pringá… ¡ay! La pringá… ya vuelvo a salivar…
Acabamos, como no podía ser de otra manera, y después de
cervezas, vino y una buena comida, cantando villancicos culminando con nuestra
versión de Gangnam Style. Y aquí la prueba de ello, aunque algun@ me matará después...
Este post, a parte de ser un homenaje a esas reuniones de
amigos que tanto nos hacen disfrutar, también lo es a la cocina tradicional.
Nos gusta innovar, nos gusta experimentar, probar cosas nuevas, romper moldes
gastronómicos, pero cuando nos comemos un cocido así, sabemos que eso no lo
podemos ni debemos perder.
P.D. A todos los que sufrieron ardores de estómago al día
siguiente, los que esa noche vieron de nuevo los garbanzos pero deconstruidos:
no me digáis que no mereció la pena. Gracias a todos.
La Virgen María y San José quisieron visitarnos... |
Las guindillas de "hombre" |
Esos "hombres" brindando con su guindilla... |
Mise en place |
Que buena pinta todo, enhorabuena
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